31 de Marzo de 2010. Miércoles Santo.
Hacía
mucho tiempo que no veía la Hermandad de la Sed fuera de la carrera oficial.
Recuerdo aquellos primeros años de su existencia, cuando aún no hacía estación
a la Catedral, sino que recorría su barrio en la anochecida del Viernes de
Dolores. Fui testigo siendo un niño de esas salidas, primero cuando iba sólo el
Señor y después al acompañarlo la Santísima Virgen de Consolación, Madre de la
Iglesia. Sus nazarenos eran entonces
distintos a los actuales, no llevaban capa y tampoco cartón en el antifaz. El
Cristo iba sobre un paso sencillo y oscuro iluminado por cuatro hachones, y
además no llevaba música. En aquellos tiempos la cofradía visitaba varios
lugares del barrio. Por un lado la antigua cárcel de la Ranilla, el templete de
la Cruz del Campo y también el Sanatorio de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder,
de los Hermanos de San Juan de Dios, sito en la calle Eduardo Dato. Esa visita
es la única que se sigue realizando actualmente, al dirigirse la Hermandad
hacia el centro de la ciudad.
Allí
me encontré con el Cristo de la Sed poco antes de las cuatro de la tarde,
cuando se disponía a abandonar la rotonda que antecede a la fachada principal
del hoy Hospital. Aunque la Imagen sigue siendo la misma, todo ha cambiado a su
alrededor, desde el espléndido paso que tallara Guzmán Bejarano a la corona de
espinas y las potencias que ahora suele llevar, así como el acompañamiento
musical de cornetas y tambores.
La silueta del Crucificado se
recorta sobre el deslumbrante cielo sevillano.
Este
paso es uno de los que más me gusta de su autor. Tiene unas cartelas,
querubines y arcángeles que portan instrumentos de la Pasión obra de Manuel
Carmona -el autor de la imaginería del retablo del Rocío-. También llaman mucho
la atención otras cartelas más pequeñas pintadas por Alfonso Magüesin que
representan escenas de las Escrituras relacionadas con el Agua, como el
Bautismo de Jesús, el Arca de Noé bajo el diluvio o Cristo con la Samaritana.
Muy original es también el arranque de los candelabros, que salen de un cuerno
de la abundancia sobre grandes roleos en las mismas esquinas del canasto. Todo
este conjunto se estrenó en 1990.
El
Cristo de la Sed es uno de los pocos de Sevilla que tienen cuatro clavos,
siguiendo la estética del Cristo de los Cálices de Montañés, en la Catedral.
La
comitiva transcurre por Eduardo Dato camino de Catedral.
Detrás
venía el paso de la Virgen, cobijando a la Dolorosa de los ojos azules. Aún
llevaba entonces las bambalinas
anteriores, obra de Ignacio Escobar y que lleva en la delantera una Inmaculada
de marfil obra de Carlos Valle.
Sobre
un monte de claveles rojos hace su entrada en la Plaza de San Francisco algunas
horas más tarde, destacando el Cristo
sobre el azul del cielo.
Algunos
detalles del paso de Cristo, su imaginería y sus pinturas.
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